Fuerza México: orgullosamente mexicanos

Fuerza México: orgullosamente mexicanos

Después del sismo, el recuento de lo daños

A los que vivimos en la zona sísmica de México, la zona enclava dentro del área conocida como Cinturón Circumpacífico, sabemos que por aquí tiembla, tan frecuentemente y tan fuerte, que tenemos un tantómetro interno integrado y antes de que el Sismológico Nacional indique los grados Richter ya tenemos un pronóstico muy acertado.

El temblor del 19 de septiembre de 2017 se sintió como nunca antes. Los que somos veteranos del temblor de 1985 y que desde entonces hemos sufrido varios más, esta vez sentimos que era posible que se cayeran nuestras oficinas. Cuando el Sismológico publicó un preliminar de 6.9 grados, pensamos que se equivocaba, se había sentido mucho más fuerte que el de 1985. Después comprendimos: el epicentro estaba muy cerca, en los límites de los estados de Puebla y Morelos, a unos 120 km de donde estamos nosotros.

Nuestras oficinas están en Puebla Capital, tenemos protocolos en caso de temblor, activamos la alarma y evacuamos el edificio de oficinas y la nave industrial lo más rápido posible. Iniciamos el conteo y reportamos a todos nuestros colaboradores fuera de peligro y nuestras instalaciones revisadas y sin daño aparente.

Por primera vez en un temblor, lloré. Sabía muy bien que sería catastrófico y pensé en todos mis hermanos mexicanos a los que la catástrofe había alcanzado. Atendimos las crisis de pánico, nos consolamos entre nosotros, nos dimos ánimo diciendo que si no se habían caído los edificios altos de nuestro alrededor no podía estar muy mal la situación. Esperamos unos 20 minutos en el punto de reunión, atentos a las posibles réplicas. Los que tenían información, la empezaron a compartir: se cayeron las cúpulas de la Iglesia de los Remedios en Cholula, la que está arriba de la pirámide. Por primera vez en los 25 años que tenemos operando, suspendimos labores y enviamos a todo el personal a casa.

 

 

Nuestro chofer estaba en la Ciudad de México y no lográbamos contactar. Qué alivio cuando se reportó fuera de peligro y mayor alivio cuando llegó a nuestras oficinas sano y salvo. Tuvimos saldo blanco, somos muy afortunados. Al día siguiente, reanudamos labores normalmente.

¿Dije normalmente? Nada queda normal después de un terremoto de semejante magnitud. Las noticias pequeñas, las domésticas, las que no aparecen en los medios masivos, empiezan a circular. Los daños en los edificios del Centro Histórico y en las casas y departamentos de amigos y conocidos. Los relatos sobre dónde estábamos, con quién, qué hicimos y qué sentimos, nos permitieron al mismo tiempo desahogarnos y consolarnos entre nosotros. 

Lloré de nuevo varias veces más: con la brigada de rescatistas voluntarios Topos, con el puño en alto para pedir silencio porque han encontrado a alguien con vida. Con la imagen de los edificios y monumentos emblemáticos de otros países hermanos iluminados con los colores nacionales. Al enterarme que existe un perro pastor alemán rescatista, llamado Titán. Mi pastor alemán se llama igual.

La sensación de desamparo y la psicosis permanecerá largamente. Por mucho tiempo, seguiré sintiendo que está temblando y verificaré si las puertas o las lámparas suspendidas en el techo se están moviendo. Lo sé porque así me sucedió después del terremoto de 1985.

Sin embargo, también es un punto de inflexión y cambio. Se siente en el ambiente, se respira en el aire. La solidaridad ha sido abrumadora. Hombres, mujeres y niños volcados a ayudar. Yo misma estoy cambiada, soy otra, una versión mejor de mi misma. Tengo un súper poder: soy de México.

Fuerza México: lo lograremos entre todos. 

Recomendaciones después del sismo

Mantente alerta. Infórmate sobre los protocolos de seguridad y planea con tu familia que hacer en caso de réplicas. Tener un plan es siempre una buena idea.

Si tienes posibilidad, ayuda. Infórmate sobre los centros de acopio y las cuentas para donaciones en efectivo. Cerciórate que sean confiables.

Busca ayuda. El estrés postraumático, el miedo y la ansiedad son comunes después de un terremoto. Si te sientes trastornado, busca ayuda. El primer consejo es dejar de ver las noticias y recuerda que al ayudar a los demás te ayudas a ti mismo a superarlo.